por Alejandra Villasmil para ARTISHOCK REVISTA
(…) Carlos Martiel (La Habana, 1989) es un artista de ascendencia haitiana y jamaicana que vive entre Nueva York y La Habana, y cuya obra ha estado circulando internacionalmente en espacios abiertos al performance ciertamente transgresor. Sus acciones son especialmente arriesgadas, sometiendo su cuerpo a la autoflagelación, al peso y otros sacrificios de carácter crudo pero sumamente simbólicos.
En la muestra presenta Basamento (2016), el registro de un performance realizado en el espacio CIFO, en Miami, que habla sobre el sometimiento del negro y el peso –estigma, estereotipo- que identitariamente lleva sobre sus hombros. Literalmente, vemos a Martiel actuando como la cuarta pata de una mesa, sobre la que hay platos típicos haitianos elaborados por una inmigrante haitiana indocumentada, y que los invitados al opening se sirven una y otra vez. Similar a la acción de Susana Pilar Delahante en El Tanque, Martiel finalmente rompe el yugo abandonando de golpe la mesa para dejar caer toda la comida al piso.
Su otro video presente en la exposición, Caribes negros, es la documentación de un performance realizado en 2016 en Ciudad de Guatemala que hace referencia a la historia de la población afro-caribeña conocida como Garífuna. Durante décadas, esta comunidad se extendió por Centroamérica en busca de prosperidad y oportunidades de trabajo, para luego encontrarse con que no solo no pudieron integrarse, sino que fueron segregados y hoy día siguen aislados y en la pobreza. La acción de Martiel consiste en ponerse de pie contra una pared, izando una bandera Garífuna, mientras el público va erigiendo frente a él una muralla con sacos llenos de piedras. La pared termina aislando al artista del público. Una vez encerrado, ondea la bandera durante una hora (…)
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